René Ríos Boettiger, penquista y uno de los caricaturistas más importantes de Chile, integra una gran muestra con la que el Museo de Bellas Artes celebra el Bicentenario. Esta también podrá verse en Concepción en diciembre. Desde esta ciudad, su hermana menor, Amanda, repasa parte de su vida y aclara los mitos urbanos en torno al personaje de Condorito. (Por Carola Venegal Vidal)
(De nuestro archivo: publicado el 16 de noviembre del 2008)
“Pepo era mi hermano de oro… Si yo le pedía una estrella él iba al cielo y me la buscaba”.
Amanda Ríos Boettiger se llena de emociones al recordar a su hermano mayor, René, quien la dejó hace ocho años (en el 2000) con una pena tan grande como la admiración que despierta en los chilenos el genial “Condorito”.
Pepo o René Rodolfo Ríos Boettiger (1911-2000), penquista de nacimiento y de corazón, es uno de los caricaturistas más reconocidos de Chile. De hecho, la popular frase “Exijo una explicación” es el título de una exposición que se inauguró el 11 de noviembre en el Museo de Bellas Artes de Santiago, la que reúne la historia del cómic chileno o, como precisa Angélica Pérez, del MAB, resume la narración gráfica de Chile en sus 200 años. Allí se concentran todos los caricaturistas nacionales y el personaje de Condorito destaca entre los que han calado hondo en la idiosincrasia y la cultura popular. Parte de esa exposición llegará también a nuestra zona, al Museo de Bellas Artes del mall, a contar de los primeros días de diciembre.
“Es que Pepo es más famoso ahora que antes”, relata Amanda Ríos, de 80 años, la última descendiente de los Ríos Boettiger en Concepción.
Niño de papel
“Toda la vida dibujó. No recuerdo a mi hermano sin papel y lápiz”, describe Amanda Ríos, quien es 15 años menor que René Ríos. Su padre, del mismo nombre que Pepo, era un conocido médico penquista que tenía la ilusión que su hijo heredara su pasión por la medicina. Luego de haber estudiado en el Colegio Alemán, Pepo efectivamente entró a estudiar a la Universidad de Concepción esa carrera, pero a pesar de sus capacidades, su pasión por el dibujo fue más fuerte.
“Contaba mi papá que cuando fue a ver algunos de los cuadernos de Pepo, se encontró con la sorpresa de que solo había caricaturas de sus profesores. El talento de mi hermano fue más que los deseos de mi padre porque existiera otro René Ríos médico. Al final, cedió para que se fuera a Santiago, orgulloso, de sus capacidades como artista”, relata. Amanda agrega que en esos años Concepción aún era una ciudad en que toda la gente se conocía y Pepo, que se lo pasaba dibujando a las personas, logró tener una buena cantidad de caricaturas de la sociedad local. René Ríos padre, un día, descubrió esas caricaturas, las llevó a un céntrico local de la ciudad y las expuso en una vitrina. “Fue la primera muestra de Pepo, no tendría más de 10 años. Cuando vio sus dibujos en la vitrina se quiso morir, pero creo que también fue el comienzo de algo. Después tomó definitivamente la decisión de irse a Santiago”, agregó su hermana.
“Y tal como García Márquez creó su Macondo, Pepo levantó Pelotillehue. Una ciudad con pinta de pueblo, donde Condorito nunca consiguió un trabajo estable, pero siempre encontró un millón de amigos. Podía ser un fakir, cura, angelito, mendigo, deportista, vampiro, reo, oficinista y otra decena de personajes, pero nunca se desprendía de sus ojotas”.
A pesar de su peculiar sentido del humor, Pepo era un joven tranquilo y más bien introvertido, por eso, al irse a estudiar Arte siempre extrañó su ciudad y regresó cuando pudo. Vivía en pleno barrio universitario en una casa que ya no existe, y su lugar favorito siempre fue la Desembocadura del Bío Bío. Hasta allí llegaba con su familia –compuesta por sus padres, y sus tres hermanos Amanda, Julio y Marcelo- para contemplar la mesura del río y la fuerza del mar, dos actitudes que resumen el ímpetu de su trazo hasta el fin de sus días.
Exijo una explicación
Fue en la capital, después de haber trabajado en publicidad y ciertas ediciones, entre ellas la famosísima revista Topaze, que surgió Condorito. Terminada la Segunda Guerra Mundial, Walt Disney quiso conquistar al público latinoamericano creando un filme animado especial para este lado de América. Eso detonó la ira de Pepo quien, según dicen, comulgaba con los ideales del nacional socialismo chileno. La película “Saludos Amigos”, inspirada en países latinoamericanos, reflejó a México con el personaje Pancho Pistolas, a Brasil con Pepe Carioca y a Chile, en cambio, lo puso como un avión que se llamaba Pedrito (el Presidente de ese entonces era Pedro Aguirre Cerda) sin ninguna gracia y sin representar en nada lo que era nuestro país. Pepo le declaró la guerra a Walt Disney y más que exigir una explicación, comenzó un enfrentamiento desde las tiras cómicas. El 13 de agosto de 1949, en el número dos de la revista Okey, debutó la primera historieta de Condorito.
Amanda recuerda: “Pepo no concebía que esto pudiera ocurrir. Que Chile no tuviera un personaje que identificara a su gente era como una falta de respeto. Le quedó dando vueltas y entonces pensó en el cóndor de nuestro escudo nacional y surgió Condorito, un personaje simple, mal vestido y con ojotas, que nunca tenía mucha plata, pero que era tremendamente simpático e ingenioso”, recalcó.
Y tal como García Márquez creó su Macondo, Pepo levantó Pelotillehue. Una ciudad con pinta de pueblo, donde Condorito nunca consiguió un trabajo estable, pero siempre encontró un millón de amigos. Podía ser un fakir, cura, angelito, mendigo, deportista, vampiro, reo, oficinista y otra decena de personajes, pero nunca se desprendía de sus ojotas.
“Pepo trabajaba en distintas publicaciones y cuando se dio cuenta del éxito que había alcanzado Condorito, pensó que ya era tiempo de sacarlo como revista. Comenzó una vez al mes y fue tanto lo que repercutió en la sociedad, que en un momento tuvo que sacarla cada 15 días e incluso, todas las semanas”, explica Amanda, mientras enfatiza que aún conserva las primeras ediciones de Condorito con la dedicatoria de su hermano. Un tesoro que ya tiene dueño dentro de su propia familia.
“Muera el roto”
La menor del clan Ríos Boettiger explica que la mayoría de los personajes de la historieta están inspirados en gente cercana a su hermano. “Don Chuma, compadre de Condorito, era también compadre de Pepo en la vida real. Yayita, era nuestra cuñada, casada con mi hermano Julio. No tenía las curvas que la famosa Yayita, pero sí el nombre. Así muchos personajes más”, aclaró.
Mientras Pepo acaparaba éxitos en Santiago, su familia en Concepción miraba con mucho orgullo su carrera. A pesar que los tres hermanos mayores habían dejado su vida penquista por sus carreras en Santiago (Julio fue arquitecto y Marcelo médico), lograron mantenerse unidos y en cada ocasión que se pudo volvían a verse.
Esa pasión y cariño por su familia desencadenó una de las más míticas historias dentro de la propia historieta de Condorito, la del “Roto Quezada”.
“El 14 de julio de 2000, Pelotillehue se vistió de luto. ‘El Hocicón, diario pobre, pero honrado’, dio la infeliz noticia. A los 88 años, Pepo murió de cáncer en Santiago, a días de haber visto por última vez a su hermana Amanda, dejando un vacío en la gente que lo conoció y angustia entre sus seguidores”.
Amanda recuerda que cierta noche, Pepo fue a comer a un restaurante en Santiago con su esposa, Olive Elphick, y su cuñada. Esta última sacó su polvera de la cartera y olvidó por casualidad su billetera en el lugar. Se dio cuenta antes de subirse al auto y por eso regresó con Pepo para pedirla. Pero se la negaron rotundamente. Pepo supo después que esa noche el administrador del lugar, de apellido Quezada, se repartió el dinero de la billetera de su cuñada con los mozos y, más encima, “justificó su actitud diciendo que Pepo andaba con dos prostitutas”. De ahí en adelante, los muros de Pelotillehue se llenaron de grafittis alusivos al “Roto Quezada”. “Muera el roto Quezada”, sólo dejó de aparecer cuando el hombre que dio vida a la consigna dejó de existir. Washington, el simpático perrito blanco y fiel compañero de Condorito, quedó para siempre con el nombre del poco afortunado hombre del restaurante.
Pobre, pero honrado
Condorito llegó incluso a internacionalizarse. Se creó una serie para la televisión con regular resultado, pero que evidenciaba su deseo por seguir vigente después que aparecieron los medios audiovisuales. Desde 1995, un equipo de dibujantes se hizo cargo de la realización de la revista, pero la esencia del personaje ya no era la misma y denotaba el deterioro en la salud de René Ríos Boettiger.
El 14 de julio de 2000, Pelotillehue se vistió de luto. “El Hocicón, diario pobre, pero honrado”, dio la infeliz noticia. A los 88 años, Pepo murió de cáncer en Santiago, a días de haber visto por última vez a su hermana Amanda, dejando un vacío en la gente que lo conoció y angustia entre sus seguidores. Pasó a ser la parte de la historia animada de Chile, un ícono entre el arte popular y un ejemplo para los que aman esta inusual forma de expresión artística.
“Pepo se fue y Condorito se fue con él. Yo nunca volví a ver una revista, nunca volví a saber del tema, porque para mí Condorito murió. Condorito era parte de Pepo, era una extensión de él. Siempre con un humor blanco, enérgico, pero simple y apasionado. Él dibujó hasta el final, hasta sus últimas fuerzas. Por eso creo que lo más lindo es recordarlo en la época más feliz y cuando su personaje era más puro, más de él y más de todos los chilenos”, sentencia su hermana menor.