Resultaba hasta simpática la aseveración dicha en son de broma por uno de mis alumnos universitarios en aquella casa de estudios de la capital, cuando tras una opinión que le parecía discutible, le decía o espetaba al interlocutor con la palabra “mentiroso”, ahí, en medio del jardín, en un momento de solaz atravesando algún recreo. Es que la palabra mentiroso o mentirosa descoloca ipso facto, sin más.
En otras tantas ocasiones el rol de este concepto es diferente. Así lo expresaba, según su experiencia, mi querido tío José Quinteros, propietario de múltiples caballares, tanto en el Club Hípico como en el Hipódromo de Chile, que me llevaba desde muy pequeño a esas pistas con el fin de mostrarme henchido de orgullo alguna de sus montas. En el caso, hubo algunas que le dieron buenos resultados. Una se llamaba “Mentirosa”, aunque después dejó entrever una magnífica partida y un peor final. La “Mentirosa” terminó siendo un bluf. Tuvo mejor suerte con otra, que una vez en tierra derecha no la paraba nadie, la bautizó como “Locomotora”.
Para mí, humilde ciudadano, nuestra honorable Presidenta no nos ha dicho la verdad más de una vez. Uno de los tantos ejemplos es la presuntuosa frase de campaña suya y del gobierno respecto a “Universidad Gratuita para todos”, hoy transformada en una filosa piedra en el zapato que le cobra día a día, segundo a segundo.
Desde el inicio de aquella perorata jamás le creí, auténticos y banales cantos de sirena. Por estas horas ya nadie duda de que “los números no cuadran”, quizás a decir de la primera autoridad y sus normales asesores equivocados, “en algunas décadas más”.
Para el gran filósofo Volkelt, “la verdad es el error más adecuado”… Diplomática manera de rendirle tributo a la mentira. Más “Mentirosa” que “Locomotora”.