Puente del Malleco: Mitos y verdades del Coloso de Acero

/ 22 de Abril de 2008


La altura de este patrimonio nacional es directamente proporcional a la cantidad de historias que se tejen en torno a su figura. Desde jinetes que lo cruzaron caballo hasta el antiguo y difundido rumor de que habría sido Gustave Eiffel quien lo construyó. Acá la verdadera aclaración de todo lo que rodea al Coloso del Malleco.
Este monumento nacional encierra en su historia un sinfín de significados. Primero, constituyó todo un hito en las obras públicas nacionales, con sus imponentes 102 metros de altura y casi 400 de largo, forjado en acero dulce, remaches al aire e impresionante configuración, en una época donde los Presidentes prácticamente no se movían de Santiago y el progreso estaba muy alejado de regiones.
Esto hasta la llegada de José Manuel Balmaceda Fernández, quien convencido de que el país necesitaba expandirse y modernizarse, fue el impulsor de importantes avances durante su lustro a fines del siglo XIX, entre los que destaca el Puente Viaducto del Malleco, sin duda la obra de ingeniería más importante del cono sur en aquella época. Para el país significó el paso definitivo en la pacificación, además de progreso a ciudades antes postergadas como Temuco.
Collipulli por aquel entonces tenía una de las empresas más grandes del país, la compañía molinera El Globo, propiedad de la Familia Bunster. Esta industria triguera quedaba en la parte norte del valle. Por lo tanto los Bunster fueron uno de los principales promotores de su construcción, ya que les sería más fácil y rápido el transporte del trigo desde zonas como Traiguén.
Sumado a lo anterior, la importancia estratégica que tenía el valle, el difícil despliegue por las colinas y el auge del ferrocarril, hacían que la construcción de un puente viaducto que pasara sobre el Malleco fuera una necesidad imperiosa.
Se encargó su diseño al reconocido ingeniero chileno Aurelino Lastarria. En su licitación participaron tres empresas extranjeras -entre ellas la de Gustave Eiffel- aunque la ganadora fue la siderúrgica gala Schneider and Le Creusot, que presentó una propuesta en roca y acero dulce.
Mucho se ha escrito de este tema, pero uno de los libros más completos y claros es el del Ingeniero Civil de la Universidad de Chile, Master en Dirección de Proyectos e Inversiones de la Universidad Politécnica de Madrid, Adonis Subiabre Toro, quien vivió muchos años en la ciudad de las lomas coloradas, Collipulli. En su libro “Viaducto del Malleco, un Monumento a la Ingeniería Mundial” (Ciedess, Santiago 2005), Subiabre no sólo cuenta la historia del puente, sino que también describe el contexto político y social de fines de ese siglo.

Lastarria fue Lastarria

Todos le adjudican el puente a Eiffel, aunque éste realmente fue diseñado por Aurelino Lastarria, quien moriría tempranamente, dejando su término a Eduardo Vigneaux. El interés de Subiabre por el tema lo llevó a indagar en esta historia. “Cuando yo era niño lo único que sabía de Lastarria es que había hecho los planos del viaducto del Malleco. Ello porque lo había leído en la placa conmemorativa que se instaló con motivo de su inauguración en 1890 y que permanece hasta hoy.  Cuando ya era adulto comencé a investigar sobre la vida y obra de esta persona. Se trataba de uno de los más distinguidos ingenieros chilenos del siglo XIX. El sólo hecho de haber sido capaz de proyectar un puente de las características del Malleco ya era suficiente para considerarlo un gran ingeniero, pero en su corta vida hizo además otros trabajos también trascendentales”.
Se dice que más de un 80% de los chilenos está convencido de que el puente es obra de Eiffel. El ingeniero Subiabre señala que el origen de este rumor no está muy claro y que sólo hay algunas pistas que vale la pena estudiar. La empresa de Eiffel participó en la licitación por la fabricación, transporte y montaje de la estructura del viaducto, pero no le fue asignado el trabajo. En esa época esta compañía llegó a ser muy conocida en el mundo, pues efectuó trabajos de importancia en distintos países, especialmente, la famosa torre de París que lleva su nombre. La torre Eiffel es contemporánea con el viaducto y su gran popularidad la obtuvo en los mismos años que se construyó el puente. “Por eso cuando me correspondió leer un breve discurso con motivo del lanzamiento del libro, terminé la intervención afirmando: Eiffel fue Eiffel y Lastarria, fue Lastarria”, asegura Subiabre.

HISTORIAS CON SABOR

Quizá una de las historias más sabrosas en torno al Malleco tiene que ver con el ebrio que arrancando de los carabineros, pasó sin darse cuenta por el puente en un día de mucho viento. Su sombrero habría salido volando y él -asegura el mito- se habría tirado hacia al vacío para rescatarlo, quedando vivo y sólo con algunos rasguños. Pero uno de los relatos que más ha perdurado es el de la cruza a caballo, una pirueta por lo demás peligrosa, debido a la altura y a que los durmientes del viaducto están separados por varios centímetros unos de otros. Subiabre cuenta más datos. “El tema lo investigué y llegué a la conclusión de que la única persona que consta que hizo esto fue Carlos Dellinguer Wagner. Él venía de sur a norte, acompañado por un mozo cuando fueron atacados por bandidos. En la huida los forajidos habrían muerto al mozo, mientras que Dellinguer se salvó cruzando hacia Collipulli a caballo por el viaducto”. Arnaldo Rivera, historiador y profesor, afirmaba que esta última versión es la que había escuchado de sus mayores. Como haya sido, “lo concreto es que Dellinguer lo cruzó”.
También se ha dicho que el puente se construyó con desechos de la Torre de Eiffel, lo que es desmentido por el ingeniero. “La torre Eiffel se hizo en hierro y el viaducto en acero dulce, un material más moderno y superior”. Lo mismo pasa con aquella versión sobre que los cálculos estructurales del viaducto habrían servido para calcular la Torre Eiffel. “Se puede asumir que dichos cálculos pudo haberlos tenido a la vista el  o los ingenieros que calcularon la estabilidad de la torre, pero si así fue, solamente constituyeron un elemento más de análisis, en ningún caso se basaron exclusivamente en ellos”, refuta Subiabre desechando cualquier participación de la maestranza francesa en el diseño, construcción o fabricación del monumento nacional y patrimonio de la arquitectura, que este año cumple 118 años de haber sido inaugurado y que todavía mantiene ocultas algunas historias que sobre toda la gente de la Novena Región se regocija de recordar.

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