Responsabilidad Social Universitaria

/ 21 de Octubre de 2011

Hoy resulta complejo hablar de Responsabilidad Social Universitaria debido a las constantes demandas de los movimientos sociales y del mundo de la educación. Las decisiones que se tomen en esta materia podrían modificar no sólo la vida de los estudiantes, sino que también la historia futura de sus familias y, por ende, la de todo un país.
No obstante, esta reflexión apunta al rol de las instituciones de educación superior como parte fundante de la sociedad.
Partamos por aclarar que la Universidad debiera formar personas con principios, vocación por la  investigación y responsables frente a una sociedad en la que abundan las carencias económicas, éticas y culturales.
En consecuencia, ser socialmente responsable debe ser parte del ADN de toda institución de educación. Pero, para cumplir con esta instrucción “genética” no basta sólo la intención, sino que debe determinar con estrategia y practicidad los impactos específicos que genera al operar en su entorno y dar sentido a sus principales propósitos: contribuir en la formación humana, al desarrollo profesional y a construir nuevos conocimientos.
En su actuar cotidiano debería agrupar en cuatro rubros su acción. En primer lugar, el funcionamiento organizacional. Como cualquier organización laboral, impacta en la vida de su personal administrativo, docente y estudiantil y esto debe considerarse al planificar la actividad diaria. Respecto de lo educativo, tener en cuenta la formación de los jóvenes y profesionales, su manera de entender e interpretar el mundo, comportarse en él y valorar ciertas  cosas. Atender los aspectos cognitivos y epistemológicos de la educación, pues podrá o no incentivar la fragmentación y separación de los saberes, generando posibles actitudes y premisas sobre cómo se delinea la agenda social y de desarrollo en cualquier nación. Por último, meditar sobre sus impactos sociales, pues está directamente relacionado con el desarrollo económico, social y político de una comunidad, pudiendo ser incluso un referente y actor social.
Algunas casas de estudio han hecho suyas estas metas tendiendo a mejorar la calidad de la gestión social y ambiental de la Universidad, mediante un modelo ético de educación, plasmado en un proyecto educativo que integra cada una de las dimensiones de lo humano y que considera en todo momento la vida cotidiana institucional y la imagen que debe ser proyectada con coherencia y consistencia.
Mauricio Franjola Acevedo
Psicólogo y director de Formación General
de la Universidad Santo Tomás Concepción.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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