Tacna y Arica para Bolivia

/ 19 de Agosto de 2015
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Por Mario Ríos Santander.

Mayo de 1895. Los gobiernos de Santa María, Montt y Errázuriz creen firmemente que el “problema boliviano” debe tener solución entregando un espacio territorial y marítimo a fin de que Bolivia concluya con su “encierro” continental. 

En ese mismo mes, el gobierno chileno propone a Bolivia un tratado de paz y amistad en el cual se compromete a pagar obligaciones a ciertas empresas mineras de origen boliviano, se reconoce el dominio absoluto chileno de los territorios comprendidos entre el paralelo 23 por el sur y río Loa por el norte, se otorga libertad tributaria plena de los productos bolivianos que usen puertos chilenos y, finalmente, lo que trascendería en la historia: “Si a consecuencia del plebiscito que haya de tener lugar, en conformidad al Tratado de Ancón o en virtud de arreglos directos, adquiriese la República de Chile dominio y soberanía de los territorios de Tacna y Arica, se obliga a transferirlos a la República de Bolivia en la misma forma y extensión que los adquiera….”. 

En referencia a esta transferencia de territorios se deja expresa constancia que “si Chile no se viese recompensado en el plebiscito, asume el compromiso de entregar a Bolivia la caleta Vítor hasta la quebrada de Camarones u otra análoga, además de cinco millones de pesos plata”.

¿Por qué Bolivia no aceptó esta proposición? Iniciada la guerra civil en 1891, los bolivianos apoyaron a las fuerzas contrarias al Presidente Balmaceda y ofrecieron armas y pertrechos bélicos a las fuerzas del Congreso de Chile, condicionándolas “a cambio de un puerto en el litoral del Pacífico”. La respuesta fue: “No hay puerto para Bolivia”. Tal hecho adquiere notoriedad por cuanto el Presidente Balmaceda, que no creía en buenos resultados con Bolivia, enfrentaría durante todo su gobierno una odiosa política exterior argentina en su contra, tildándolo de “expansionista” y alentando una guerra con Chile.

Finalmente, Argentina convence al gobierno boliviano de no aceptar el tratado propuesto por Chile, por cuanto ellos, los argentinos, iniciarían una guerra en contra de nuestro país, tras la cual devolverían a Bolivia todos los territorios que le fueron arrebatados.

Este episodio narrado por José Miguel Concha, diplomático e historiador chileno, en texto editado en Bolivia, muy desconocido, ubica a Chile, a fines del siglo XIX en una clara disposición de resolver el “encierro” altiplánico. Y aunque analistas bolivianos de esa época bregaran hasta lo imposible para que se aceptara la proposición chilena, las autoridades prefirieron creerle a los argentinos. En 1975, Chile hace un nuevo intento, esta vez rechazado por Perú.

¿Esto nos debe conformar? Desde la oferta chilena, quizás, pero en cuanto al futuro, claramente no. Si los gobiernos no han sido capaces de llegar a un buen término, entonces serán los pueblos. Ellos buscarán una Sociedad de Naciones que supere sus diferencias. Lo que le falta a Bolivia lo tiene Chile y, al revés, Bolivia tiene lo que le falta a Chile.  

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