Movimientos sociales y nuevos líderes que encabezan acciones por los demás han surgido en el último tiempo en nuestro país y en la Región.
Desde los gremios y distintas organizaciones han destacado talentos formados en instituciones de nuestra zona, que han encabezado cambios y mejoras para el país y sus ciudadanos. Si bien las universidades e instituciones de educación han sido claves para impulsar líderes, es el aporte de todos los actores de la sociedad y de un ecosistema que brinde los espacios necesarios lo que contribuye a potenciar a quienes quieren transformarse en agentes de cambio y protagonistas.
Los nuevos liderazgos no surgirán necesariamente del mundo político, empresarial o económico. En un mundo ultra cambiante e hiperconectado son necesarios actores que conduzcan causas emergentes, como la protección del medio ambiente, la inclusión, los derechos de las minorías y la lucha por la igualdad, entre otros. Personas que, desde un liderazgo renovado, sean capaces de motivar y aglutinar voluntades de forma inteligente, de modo que se transformen en grandes causas.
Muchos de ellos serán jóvenes que quieren cambiar su realidad, y que no se conforman con estudiar, sino que buscan complementar de buena forma lo aprendido con la acción solidaria, el trabajo social. Muchas son mujeres, valientes y destacadas, que abren nuevos espacios para otras en áreas que por largo tiempo fueron territorio de hombres, como las ciencias, la tecnología, la industria. Algunos son adultos mayores que no se quedan en casa tras terminar un periodo de trabajo, sino que quieren traspasar su experiencia y luchar por una ciudad más amigable.
El liderazgo, como lo conocemos tradicionalmente, está en proceso de profunda transformación. Hoy se sustenta en nuevos pilares, como la emocionalidad y la sensibilidad social, destacando características que van más allá del conocimiento teórico o técnico, y comprometiendo al líder con las necesidades del prójimo, en un contexto de riguroso control social -o accountability- a través de los medios de comunicación, pero fundamentalmente mediante las redes sociales.
Esto lo desarrolló con gran precisión el norteamericano Robert Greenleaf (1904-1990) quien acuñó el concepto de “liderazgo de servicio”, idea fundamentada en el deseo de servir a los demás. Lo observó mientras desarrollaba una exitosa carrera en AT&T, y le permitió dedicar sus últimas décadas a evangelizar sobre esta nueva visión de líder, una muy necesaria en estos tiempos.
Es entonces imperioso contar con personas integrales, que impriman cambios desde la empatía, y cuya motivación sea dar nuevas oportunidades a otros, mejorar su calidad de vida, hacerlos felices. Es responsabilidad de las autoridades -públicas y privadas- brindar espacios a los nuevos talentos, valorar la innovación, motivar el emprendimiento.
Vale la pena reflexionar sobre qué podemos ofrecer desde la Región del Biobío, y desde las casas de estudios superiores presentes en la zona, a los líderes en formación, muchos de ellos pertenecientes a las generaciones millennials y centennials, para que puedan asumir la “posta” con estas nuevas visiones de mundo; para que construyan una mejor sociedad, más próspera y feliz.