Una oportunidad para el Concepción del Bicentenario

/ 24 de Marzo de 2010

Bastaron 2 minutos y 45 segundos para cambiar el rostro de Concepción y el resto de nuestra zona para este Bicentenario. Hemos visto la devastación de Dichato y Talcahuano, los desastres de Arauco y Llico, y los profundos daños al casco urbano de la capital de la Región del Bío Bío. Hemos sido testigos también de cómo edificios relativamente nuevos sucumbieron al terremoto. Se suman los problemas de comunicación vial entre las riberas del río, situación que se prevé de largo aliento.
Tras el fuerte remezón que implicó el terremoto en diversos aspectos de nuestra sociedad, las preguntas que hoy nos hacemos desde el ámbito de la arquitectura y el urbanismo son, entre otras, ¿Cómo recuperamos lo perdido?, ¿Por dónde comenzamos?, ¿Reconstruimos o renovamos?…
Las obras y ciudades son el reflejo de nuestra sociedad, así como de la situación económica, política y cultural en la que se insertan. Por ello, antes de abordar la reconstrucción de Concepción, es necesario no sólo conocer y reconocer su historia urbana y arquitectónica, sino que es urgente su comprensión y consideración en todos los aspectos del desarrollo de la ciudad. Lograremos de este modo conservar el escaso patrimonio arquitectónico que aún sigue en pie, y nos haremos más conscientes de que habitar Concepción y sus alrededores tiene una identidad ligada a su emplazamiento, al territorio, geografía, cuencas hídricas y su particular “currículum” climático y tectónico.
Sin duda, debemos enfocarnos en el desarrollo y la reconstrucción, pero también podemos contribuir a impulsar un urbanismo sustentable y consciente, fortaleciendo la calidad de vida e identidad de los habitantes de nuestra región y, sobre todo, evitando repetir errores que pudimos observar a raíz de los sucesos recientes.
Es muy necesario repensar también las ciudades del borde costero, una característica propia de nuestro país. Es insostenible reconstruir viviendas en zonas con alto riesgo de catástrofes. Ordenar territorialmente nuestra geografía y regular el uso de suelo parece una obviedad. Sin embargo, somos testigos de los constantes cambios de calificación de suelos, extendiendo nuestras urbes hacia la periferia, estrangulando canales y esteros y rellenando terrenos sobre humedales de forma descontrolada, lo cual afecta finalmente la conectividad de los barrios y la seguridad de sus habitantes.
En el caso particular de viviendas y construcciones en altura se debe pensar en densificar zonas, pero reguladas en altura y escala de los proyectos, con el fin de generar barrios más armónicos y seguros. Parece absurdo diseñar una torre de cien departamentos con estacionamientos sólo para la mitad de ellos. En ciudades como Tokio sólo se permite comprar un vehículo si cuentas con el estacionamiento para guardarlo.
Vislumbrar a nuestra ciudad como una urbe capaz de ser recorrida peatonalmente, gracias a ciclovías o por vehículos menores, al igual que potenciar el transporte público a través de Biotrén y sistemas integrados sigue siendo un desafío no resuelto. Concepción, tras el colapso de dos de sus puentes, ha redescubierto la bicicleta como medio de transporte eficaz, saludable y no contaminante. No obstante, aún no contamos con soluciones acordes a nuestra realidad climática.
Tras la catástrofe y el deterioro urbano, el Bicentenario llega con una oportunidad hacia el futuro. Sabemos que los terremotos forman parte de nuestra identidad. Es entonces urgente recoger e integrarlos finalmente en nuestro estilo de vida y reconstruir con aires renovados.
Soledad Garay Pita
Directora de Arquitectura
Universidad San Sebastián

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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