Universidad San Sebastián: Investigación colaborativa y enfocada en el territorio

/ 18 de Diciembre de 2018

La casa de estudios desarrolla una estrategia hacia la investigación aplicada, la que busca tener un alto impacto productivo y social.

El Director de Investigación de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián, el Doctor en Biotecnología, Patricio Oyarzún, está más que satisfecho con el trabajo del equipo que lidera, con sello en el enfoque multidisciplinario. Esto, asegura, les permite abordar problemáticas y oportunidades de innovación en diversos ámbitos y con enfoques científico-tecnológicos.

Investigadores presentando el prototipo sensor optoelectrónico, en el taller de demostración en la empresa Leche del Biobío, en Los Ángeles.

“En el Núcleo en Nanotecnología y Materiales trabajamos en proyectos de investigación aplicada y desarrollo tecnológico, en estrecha relación con el sector agroalimentario de la Región del Biobío, y en colaboración con centros y universidades regionales, particularmente con la Sociedad Agrícola del Biobío (Socabio A.G.) y con la Corporación Regional de Desarrollo de la Región del Biobío (Desarrolla Biobío), corporación encargada de la articulación público-privada”,  detalla Oyarzún.

Es así que uno de los principales logros de este año es el desarrollo de un prototipo sensor optoelectrónico basado en nanopartículas de oro, cuya superficie es “funcionalizada” para detectar contaminantes en la leche cruda de bovinos, trabajo realizado en el marco de un proyecto Fondef con la U. de Concepción.

Patricio Oyarzún indica que existe un direccionamiento para alinear los proyectos con la Estrategia Regional de Desarrollo, y que en todas las líneas de investigación ha sido central el foco en la internacionalización, particularmente la relación con la Universidad de Queensland, en Australia; la Universidad del Estado de Washington, en EE.UU. y con el Instituto Tecnológico de Monterrey, de México, con las que han profundizado redes de colaboración en investigación y postgrado.

“La USS cuenta actualmente con un alto grado de madurez institucional”, enfatiza Oyarzún citando, a modo de ejemplo, que la Facultad implementó este año laboratorios especializados de docencia y coworking en innovación y emprendimiento tecnológico, el Make iT Lab, donde se busca catalizar la relación virtuosa entre investigación, tecnología y emprendimiento.

Con este modelo también existe una orientación estratégica, o sello, hacia la investigación aplicada con pertinencia territorial. Un ejemplo de esto es la línea de trabajo desarrollada junto a la U. Católica de la Santísima Concepción y con el Instituto de Ciencia y Tecnología de la U. Arturo Prat, de Talcahuano. “Nos hemos conectado con organizaciones de pescadores artesanales y recolectores de orilla (de algas), para transferirles tecnología de encapsulación de extractos de algas marinas ricos en fucoxantina, compuesto que tiene propiedades anti-obesidad. La idea es potenciar la formulación de un producto semielaborado con mayor margen de comercialización hacia el sector nutracéutico y alimentario”.

En otro continente

En otro ámbito, la Antártica chilena posee características naturales que ameritan la generación de proyectos científicos de alto impacto para el desarrollo tecnológico de Chile. En este sentido, una de las líneas de investigación de la USS se ha dirigido a apoyar la industria minera, particularmente en la minimización de los efectos de los residuos que generan. 

Iván Ñancucheo, Doctor en Microbiología Ambiental y profesor investigador de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la USS, explica que en esta área se trabaja en un proyecto para la filial tecnológica de Codelco, Codelco-tech, en conjunto con el profesor Alex Schwartz, de la U. de Concepción.

La investigación está enfocada a desarrollar estrategias para el tratamiento de los drenajes ácidos de las minas y la eliminación de arsénico en los concentrados de cobre que se producen en el país. Asimismo, existe otro proyecto en conjunto con el Centro de Excelencia de la Universidad de Queensland (SMI-ICE-Chile) para estudiar una tecnología química y ecológica de bajo costo para la estabilización de los relaves mineros, de gran importancia ambiental en el procesamiento de minerales de cobre.

Pedro Hernández, Dr. Christian Canales, Daniella González, Mg. Martín Torregrosa y Dr. Iván Ñancucheo.

“Trabajamos con un grupo de microorganismos nativos, aislados de diferentes sitios de nuestro país, desde la Región de Arica y Parinacota hasta la Región del Biobío, específicamente en las minas abandonadas de carbón, próximas a la ciudad de Curanilahue. Este grupo de microorganismos, denominados extremófilos, tienen la particularidad de crecer en ambientes de extrema acidez”, explica Iván Ñancucheo. Agrega que la comunidad científica busca fuentes alternativas de energías renovables no convencionales, y que el proyecto de la Antártica, financiado por la INACH, pretende aportar en esta dirección usando el mismo grupo de microorganismos acidófilos.

El grupo multidisciplinario incluye a destacados científicos internacionales, como el Dr. Walter Mac Cormack, microbiólogo del Instituto Antártico Argentino; el Dr. Gordon Southam, geomicrobiólogo de la Universidad de Queensland, en Australia, y el Dr. Jens Krömer, del Helmholtz Centre for Environmental Research, en Alemania.

O’Higgins 680, 4° piso, Oficina 401, Concepción, Región del Biobío, Chile.
Teléfono: (41) 2861577.

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